Madres del Alma: El Amor que Florece en los Vínculos con los Sobrinos

Faumarili Estrella T
18 abr
2 Min. de lectura

Actualizado: 26 may

Hay mujeres que descubren su naturaleza maternal no en una sala de parto, sino en la risa traviesa de un sobrino que corre a sus brazos. En ese instante sagrado en que una pequeña mano se entrelaza con la suya, algo se activa en su interior: una memoria ancestral, un instinto suave y profundo que dice “cuido porque amo, y amo porque cuido”.

La relación con un sobrino es única. No lleva las cargas del deber, pero sí la dulzura de la elección. Es amar sin exigencias, acompañar sin condiciones. Es ver crecer a otro ser desde una orilla cercana, y aún así sentir que su bienestar importa como si fuera propio.

Cuidar a un sobrino puede ser una experiencia iniciática, un camino de conexión con la energía maternal en su forma más pura y libre. En cada abrazo, en cada cuento antes de dormir, en cada herida que se cura con una palabra amable, se teje un lazo invisible que no necesita ADN para ser sagrado.

Ser "tía" es muchas veces ser segunda madre, cómplice del alma, guía amorosa. Y a veces, más que un título familiar, es una misión del alma: sostener la infancia de alguien con ternura, presencia y amor.

En culturas ancestrales, los hijos no pertenecían sólo a sus padres, sino a toda la comunidad. Las tías, abuelas, madrinas y hermanas mayores eran pilares en la crianza y el crecimiento. Hoy, muchas mujeres vuelven a ocupar ese rol intuitivamente, recuperando un lugar que la modernidad olvidó: el de la madre del alma.

Quizás tú también eres madre aunque nunca te hayan llamado así.Quizás, en algún rincón de tu vida, un niño te recuerda con amor porque fuiste refugio.Tal vez tu energía materna floreció en forma de juegos, cuentos y caricias que aún viven en su memoria.

Y eso, querida alma, también es ser madre.

Dedicado con Amor a mis hijos-sobrinos Stefano y Angelo

Los Amo infinita e incondicionalmente!