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Los Espejos del Alma Viven en Casa


La familia como maestra de amor incondicional


Cuando decidimos ser más conscientes y adentrarnos en aprender y desarrollar nuestra espiritualidad, muchas veces buscamos respuestas e información en libros, podcast, cursos o en el silencio de la naturaleza, es decir buscamos afuera, sin embargo, los verdaderos maestros de amor incondicional están más cerca de lo que imaginamos: viven con nosotros, comparten nuestra sangre o nuestros recuerdos más antiguos… son nuestra familia.


Recuerdo un día cualquiera, de esos que uno diría normal, en el que todo parecía estar bien, hasta que una palabra, un gesto, un mal modo y un silencio encendió la chispa. Me sentí herida, ofendida e incomprendida por una reacción y un reclamo de mi hermana. ¿Por qué me dolió tanto? ¿Por qué me sentí ofendida? ¿Por qué me sentí tan molesta? bueno en ese momento de mi vida esas preguntas no encontraron una respuesta asertiva que me ayudaran a comprender que fue realmente lo que pasaba.


Esa noche no dormí. No por el conflicto en sí, sino por la revelación que llegó a través de una clase grabada en encontré en Internet sobre la ley del espejo; ella no me estaba rechazando ni juzgando… era yo que de otra forma me lo estaba haciendo mí misma. Ella solo me lo estaba reflejando para que yo pudiera ser consciente y resolverlo, fue entonces comprendí algo profundo: mi familia era un espejo, un reflejo preciso de mis emociones no resueltas, de mis heridas no atendidas, de mis propias dificultades para amarme sin condiciones e incluso de las mismas conductas de mis padres que no me agradaban y que inconscientemente yo también las tenía.


Comprendí que la familia es el primer entorno donde aprendemos lo que creemos merecer. Es allí donde se plantan las semillas del amor propio, la autoestima, el valor personal, el merecimiento, el respeto hacia las diferencias de los demás, el apreciar la esencia y cualidades de cada ser. Pero también, es importante el conocer lo que nos molesta, no nos gusta, nos ofende, lo que no se tolera sino se resuelve, no se perdona y no se sanan, es donde se repiten los patrones de juicio, de miedo o de carencia y resentimientos. Cuando un miembro de la familia te irrita, te abandona, te manipula o simplemente no te entiende, es una oportunidad espiritual. Lo que ves en el otro también vive, en algún nivel, dentro de ti. Eso que no toleras en mamá, eso que rechazas en papá o eso que criticas en tu hermano… es un reflejo, un eco que pide atención, aceptación y transformación. Muchos buscan el amor incondicional afuera. Pero ¿qué pasaría si entendieras que esa alma con la que tanto chocas es la que más te ama a nivel espiritual? Las relaciones familiares no siempre son fáciles. Muchas veces estas personas vienen a representar lo que más nos cuesta abrazar: el abandono, el control, la injusticia, la sobreprotección, entre muchas otras cosas. No para herirte, sino para que recuerdes quién eres cuando todo eso se disuelve. Ahí nace el verdadero amor incondicional: cuando ya no necesitas que el otro cambie para tú estar en paz. Decimos que queremos paz interior, compasión, sabiduría.


Pero, ¿de qué sirve la teoría si no podemos amar al que piensa distinto en la mesa del domingo o en las reuniones familiares?

¿De qué sirve meditar si no podemos aceptar con humildad a la madre que no supo amarnos como creíamos que necesitábamos? Tu hogar puede ser tu mejor templo, si decides usar cada experiencia para elevarte. No se trata de permitir abusos o callar injusticias, sino de aprender a mirar desde el alma, sin juicio, con presencia, con firmeza amorosa.


Estamos aquí para cortar cadenas, pero también para tejer nuevas formas de amar. Como humanos conscientes, somos los puentes entre lo viejo y lo nuevo. Podemos ser el primer eslabón de un linaje más amoroso, más presente, más luminoso.


Sanar la relación con tu familia no siempre significa volver a lo mismo. A veces significa poner límites con amor. Otras veces, agradecer a distancia y muchas veces, reconocerte como tu propia madre, tu propio padre, tu propia raíz.


La Nueva Tierra no se construye si dejamos de lado o pasamos desapercibidos temas tan sencillos como los comentados, sino perdonamos, sanamos y superamos esos espejos del lugar en el que elegimos nacer y aprender a elevar la luz a donde antes solo había sombra y para muchos de nosotros, esa sombra comenzó en casa.


Mira con amor a tu familia, observa sin juicio, escucha más allá de las palabras, pregúntate:


¿Qué me está mostrando esta situación sobre mí?

¿Qué herida me está pidiendo atención?

¿Qué versión más amorosa de mí puedo activar en este instante?


Porque al final, no hay mayor acto de espiritualidad que elegir ver el alma de quien tienes al frente, aunque no lo entienda, aunque no lo acepte, aunque aún duela. Los espejos del alma viven en casa y si los miras con conciencia, te devolverán el reflejo más hermoso: el de tu propia divinidad en proceso de recordar.


Compartido por Maryanne.

Maestra Zoly y Coach ANGELICAL de Vida

Conductora del CHIEC ECO Orquídea.

Instagram: @chiec.eco.orquídea

Facebook: CHIEC-ECO.Orquídea

Teléfono: +506 8875-3082


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