Queridos lectores, hoy quiero compartirles sobre una práctica muy común entre las personas exitosas. Aquellas que suelen lograr sus metas y cumplir sus objetivos, casi hasta con cierta naturalidad. Una de las claves de su éxito es el auto reconocimiento de los avances que van logrando, por muy pequeños que sean, pero que los acercan a su objetivo final.
Voy a ponerles un ejemplo y a explicar también la ciencia detrás de todo esto:
Estamos en enero y nos hemos propuesto que este año sí logro bajar de peso, medidas y tener el cuerpo que quiero. Esta es la meta.
Desarrollamos un plan de acción: nos inscribimos al Club de Coaching de nutrición de la Formación Zolemgeh Estrella. Por cierto, excelente decisión para cumplir con esta meta.
Entre los pasos a seguir se desarrolla un régimen alimenticio, rutina de ejercicios, terapias Holísticas integrales, asistir a círculos de Sanación y seguimiento de tu coach.
Para este ejemplo nos vamos a enfocar en la rutina de ejercicios. En tu planificación se acordó que caminarás 40 minutos 4 veces por semana pero, vamos a empezar con 10 minutos diarios hasta ir trabajando en crear un hábito.
El primer día desempolvamos los zapatos deportivos que estaban guardados desde hace meses… primer logro, nos reconocemos que ya tenemos los zapatos listos. Segundo día, ya están los zapatos junto con el resto de la ropa en el baño. Muy bien, seguimos avanzando. Tercer día caminé 8 minutos, lo celebramos. Estamos dando pasos para conseguir nuestra meta.
¿Qué está pasando en nuestro organismo al reconocernos estos avances?
Nuestro sistema nerviosos central se encarga de que nuestro cerebro segregue un neurotransmisor que se llama dopamina. Este neurotransmisor juega un papel importante en funciones vitales incluidos el placer, recompensa, motivación, atención y movimientos corporales. Lo que nos lleva a aumentar nuestro positivismo y ver de otra manera lo que es posible lograr.
Cuando iniciamos un proyecto y no nos reconocemos hasta conseguir el objetivo. Es decir, no importa lo que haga, no importa el camino y solo busco una gratificación si alcanzo la meta, entramos en un proceso donde acumularemos estrés y cansancio. Por ejemplo, empiezo a caminar y por consiguiente tengo dolores en las piernas, el clima no es favorable, me toma más tiempo del que esperaba, etc. Esto hace que segreguemos adrenalina y nos lleve poco a poco al hastío y la mayoría de las veces terminamos renunciando por cansancio. La dopamina tiene la particularidad de reducir los niveles de adrenalina y nos permite tener un respiro durante el proceso que nos toma llegar a la meta.
Cuando estamos conscientes que lo que estamos haciendo nos lleva a conseguir nuestro objetivo final, a lograr lo que queremos, aún sin haberlo conseguido pero seguros de que estamos en el camino correcto y por ende, agradecidos… no solo generamos más dopamina y los efectos positivos mencionadas sino que se produce un cambio en una estructura cerebral llamada habénula, de donde se desencadena la decepción y la depresión.
La Habénula también se conecta con el páncreas y controla los niveles de azúcar en sangre. Estudios recientes demuestran que las sustancias “castigo” que segrega la habénula que alteran los niveles de azúcar en sangre y que nos hacen sentir deprimidos en general, se suprime cuando sabemos y sentimos que estamos haciendo lo correcto y nos reconocemos por ello.
Esta práctica de reconocimiento y todos los efectos mencionados que suceden en nuestro organismo, facilitan un proceso que se denomina neuroplasticidad. Esto significa que cada vez será más fácil y pronto se volverá como un acto reflejo este mecanismo de logro recompensa que nos permitirá conseguir nuestros objetivos con mayor facilidad.
Bendiciones infinitas y mucho éxito en el cumplimiento de todas sus metas
Escrito por:
Delpaeh Lara
Coach Angelical de Vida
Conductor CHIEC Barcelona
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